Guiados por el capitán Mercurio Bua, nos asaltaron por la espalda, después de haber atravesado a nado el río Piave.
Entraron en el patio interno del castillo y mataron a todos los soldados. En dos horas se habían hecho dueños de la situación.
Mercurio Bua nos mantuvo vivos a mi, a Colle y a Doglione.
Estaba seguro que conseguiría hacerse pagar un buen recate.
Nos encerraron en la parte subterránea de la torre mayor, mientras los mensajeros de Bua andaban a reclamar los rescates. Después de cuatro días el Griego, satisfecho de las cantidades recaudadas en Belluno, dejó irse a los dos capitanes.
Jerónimo Miani quedaba sólo, herido, enfurecido, humillado. Con una carrera truncada ya antes de empezar.
De Venecia no llega ninguna respuesta al hambre de "ducados" de Mercurio Bua.
Cansado de esperar, levantó el campamento y me llevó con el, para reunirse con el resto del ejército imperial. Acostumbrado a cabalgar, hacía un esfuerzo enorme para tirar adelante a pie, con cadenas en los tobillos y en las muñecas y una gruesa bola de cañón colgando de un estrecho círculo de hierro alrededor del cuello. Pasaban los días desplazándonos de un lado a otro. No sabía a donde estaba andando, porque no había pasado jamás por aquellas zonas. Había perdido la noción del tiempo.
Lorenzo Netto
de " Io , Girolamo"
Traducido de la Revista "Vita Somasca"
Anno LIII-Nº 155
Aprile - Giugno
Nº 2 - 2011
p. 6
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