lunes, 8 de agosto de 2011

"DIRUPISTI VINCULA MEA" - (ROMPISTE MIS CADENAS)


Los biógrafos del Miani y una vieja tradición de quinientos años nos remandan a que Jerónimo, después de su captura, permaneció un mes en los subterráneos del Castillo de Quero, a la espera de que su familia o la República de Venecia pagase su rescate. Pero sigue siendo un hecho extraño e inexplicable, que ninguno se haya movido.
Entre los recuerdos que fluyen como una película en la mente de Jerónimo, uno en particular tomaba cada vez más cuerpo.
¿Y sí fuera verdad aquello que su madre Dionora le decía cuando era pequeño: "Recuérdate que cuando yo ya  no esté, en el cielo hay otra Madre más fuerte que yo, que se hará cargo de ti, basta con que tu la invoques."?
Con la fuerza de la desesperación se agarra a este ancla de salvación.
Vence a sí mismo, hace un acto de fe y probablemente una promesa. María le toma la palabra. Baja a la prisión, le entrega la llave para liberarse de los cepos y la de la puerta de la prisión, para huir. Preso de una fuerte emoción y como si estuviese soñando, en un instante se encuentra fuera. Imposible pasar inadvertido.
Los asentamientos son tantos y por fuerza es necesario atravesar el campamento.


Hay centinelas por todas partes. En un momento de desconcierto le sobrecoge el corazón. Invoca de nuevo a María, que lo coge de la mano y lo acompaña hasta divisar la ciudad de Treviso. En mangas de camisa, entra en el Santuario de la Madonna Granda, da las gracias a su celestial Patrona y deja como recuerdo los cepos de su encarcelamiento.
El 27 de Septiembre de 1511 se iluminó el cielo con las primeras luces. Pero... los históricos están siempre al acecho y quieren que todo sea racional, demostrable.
El castillo, teatro de la heroica resistencia, está a  40 Km de Treviso; imposible legar en una noche, en la oscuridad, por senderos desconocidos.
Mercurio Bua, el general vencedor, lógicamente llevaba consigo al Miani, encadenado y bien custodiado, en su marcha hacia Treviso, en la espera y con la esperanza del rescate o de cualquier intercambio de prisioneros. La liberación debía tener lugar seguramente más adelante, no muy distante de Treviso. Las dos de la madrugada. Hace poco que ha terminado el bullicio y el ajetreo de las tropas imperiales que están acampando cerca de la Torre de Maserata que dista unos 10 Km de Treviso. Los fuegos de los asentamientos están encendidos y dibujan destellos de luz por todo el campo. Los soldados están ocupados levantando las tiendas y preparándose para pasar la noche. La liberación y la fuga pudieron tener lugar durante el ajetreo y el bullicio caótico debido a la preparación del alojamiento y a las altas horas que tuvo lugar. ¿Pero, es realmente necesario la intervención material, el milagro?
¿No podía María, de alguna manera haber sugerido al Miani, el momento más oportuno para darse a la fuga? Ciertamente era más fácil llegar a Treviso por la Puerta de Santo Tomás... La pregunta sigue abierta.
Ciertamente, Jerónimo no se dedicó a hablar de estos hechos referentes a la intervención de María, pero lo retiene un hecho estrechamente "personal".
Él y Ella.
Lia Fogetti es una artista de la Región Umbría, pero que desde hace tiempo vive en Rapallo (Génova).
Nuestros lectores ya la conocen porque "Vita Somasca" ya ha publicado la imagen de un busto de San Jerónimo Emiliani hecho de terracota, obra de sus dúctiles y febriles manos.
en esta obra ha sabido fundir en un modo muy natural, el misticismo de San Francisco y la ferviente  laboriosidad del Santo veneciano.
Conoce a nuestro Fundador porque ha leído su vida todo de un tirón y ha quedado fascinada de su humanidad y de su santidad. En ocasión del 5º Centenario de la Liberación del Miani la artista ha querido afrontar el tema con un lienzo de una magnitud considerable (80 x 100 cm). En una torre, débilmente iluminada por una pequeña ventana, Jerónimo hace poco que ha invocado la ayuda de María. Recordando la recomendación de su madre Dionora, le ha rezado desde lo más profundo de su corazón.
Y Ella no se ha hecho esperar. La artista, a este punto, ha hecho una elección bien precisa. Ha optado por el milagro más grande, aquel que toca y cambia el corazón. María no aparece de frente al Miani, permanece a sus espaldas, un poco alejada.
La expresión del rostro y el gesto de la mano son las únicas partes del cuerpo que emergen del amplio manto azul, el color del cielo y de la libertad. Indican claramente un sugerencia, casi una orden recibida exclusivamente con los ojos del alma.
La comunicación llega al prisionero.
La cabeza, más grande de lo normal, viene a indicar la sabiduría de la escucha.
No por nada durante su vida vendrá llamado "cabeza sabia".
Su rostro se ilumina y manifiesta serenidad y la certeza de lo ocurrido.
Aun no viendo a María, sin embargo se da cuenta de su presencia liberadora.
El milagro tiene poco de externo, pero cambia completamente el ánimo de una persona y lo inicia en el camino de la verdadera libertad que conduce a la santidad.
Saldrá de la torre, no importa como. Ahora ya es libre no materialmente, pero sobretodo interiormente. Es un hombre nuevo que repite con frecuencia: "Señor ayúdame y seré tuyo", porque "dirupisti vincula mea".

Traducido de la Revista "Vita Somasca"
Anno LIII-Nº 154
Gennaio - Marzo
Nº 1 - 2011
pp. 42 y 43

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